Necesitamos una arquitectura local
La arquitectura es responsable de otorgarnos refugio contra los rigores de la naturaleza. Estructuras, cubiertas, paredes, ventanas y puertas garantizan nuestro confort. Dichos elementos han sido reinventados durante siglos para llegar a su forma y desempeño contemporáneo. Sin embargo, su propósito no ha cambiado, dotarnos de un hábitat seguro, confortable y controlado propicio para desempeñar nuestra rutina cotidiana.
Las ciudades contemporáneas son el resultado de milenios de experimentación. El diseño transformó al hábitat natural, con condiciones climatológicas y geológicas muchas veces adversas para el ser humano, a espacios propicios para el desarrollo de la civilización. La combinación del entorno natural, con la pluralidad cultural local resultaron en la variedad mundial histórica de tipologías arquitectónicas.
Al ser dichos diseños el resultado de adaptaciones al medio natural en combinación con la localidad se podría asumir que todos los asentamientos humanos son diferentes. Sin embargo la revolución industrial y la globalización del último siglo estandarizaron el diseño arquitectónico y la construcción en un patrón homogéneo repetitivo de ciudades echas con hormigón acero y vidrio que ignoran continuamente el entorno y la cultura local.
Siglos atrás era inconcebible diseñar y construir edificios semejantes en regiones naturales distintas que pertenecían a pueblos diferentes. La razón es evidente, el diseño de las edificaciones respondía a necesidades específicas de sus ocupantes utilizando eficientemente los recursos locales disponibles. Sin embargo la modernidad cambio la arquitectura de lugar por una estandarización muchas veces irracional con su entorno y su cultura resultando en edificaciones modernas que no solucionan las necesidades de sus usuarios.
En nuestro país dicha irracionalidad es evidente. A pesar que el Ecuador posee 4 regiones naturales completamente distintas; el diseño de las edificaciones sin importar su ubicación es igual. Dicha homogeneidad resultan en diversos problemas para sus ocupantes. En la costa los edificios son demasiado calientes por lo que necesitan recurrir continuamente al uso de sistemas de enfriamiento mecánico que consumen enormes cantidades de energía. Por el contario en varias ciudades de la sierra los edificios son muy fríos. Las edificaciones construidas en el Oriente y en Galápagos utilizan un sin número de materiales elaborados a cientos de kilómetros de distancia resultando en construcciones costosas, no amigables con el medio ambiente y que ingratamente, muchas veces no son confortables para sus usuarios. A demás la homogeneidad arquitectónica no representa la diversidad cultural característica de nuestro país y resulta en ciudades modernas frecuentemente carentes de carácter que podrían estar ubicadas en cualquier lugar.El confort y la cultura no son los únicos afectado con la estandarización. Un lamentable ejemplo de ello lo acabamos de vivir con el terremoto de Pedernales, el mismo que evidencio trágicamente las falencias del sistema constructivo ecuatoriano. Las edificaciones destruidas estaban construidas con hormigón mientras que los inmuebles construidos con caña se encuentran intactos. Este alarmante echo resalta la importancia de utilizar una arquitectura de lugar que se adapte a las condiciones locales. California comprendió que las estructuras pesadas no eran amigables con las zonas sísmicas. Hoy en día opta por arquitectura en madera, la cual otorga beneficios similares al hormigón pero gracias a su bajo peso puede ofrecer mayor seguridad ante un sismo. Cabe señalar que el código ecuatoriano de la construcción es casi una réplica de su homólogo californiano, pero evidentemente los sistemas constructivos aplicados no lo son. Generar un hábitat seguro, confortable y controlado no es función de una tipología de arquitectura estándar. La historia evidencia que las mejores soluciones espaciales han sido las diseñadas específicamente para su entorno y sus usuarios y no un producto vacío que carece de entendimiento de la estandarización.
